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martes, 14 de octubre de 2008

Los arqueólogos hallan varios enterramientos prehistóricos en el corazón de Picos de Europa

Algunos de los túmulos construidos en el Neolítico fueron violados por civilizaciones posteriores y buscadores de tesoros
Pese a que el potencial turístico está en León, el parque nacional apuesta por explotarlo en Asturias y Cantabria
Marco Romero picos de europa
Los arqueólogos que han estudiado durante los últimos años el fenómeno del megalitismo en la vertiente leonesa de Picos de Europa han hallado nuevas evidencias de, al menos, una decena de monumentos funenarios construidos entre los años 4.000 y 2.500 antes de Cristo por parte de las primeras poblaciones de agricultores y ganaderos de esta región. Los estudios de varios expertos corroboran la existencia de estos enterramientos encuadrados en los periodos Neolítico y Calcolítico, aunque León sigue siendo el último reducto cantábrico sin explorar. No en vano, hasta la fecha sólo se ha autorizado una excavación en las inmediaciones de la montaña oriental y el único megalito que había catalogado oficialmente era el de La Uña, en Burón; eso a pesar de que en las vertientes asturiana y cántabra del parque nacional hay identificados unos 200 conjuntos prehistóricos. Los hallazgos más singulares se encuentran en la majada de Vegabaño, en Soto de Sajambre. Se han catalogado dos nuevas construcciones funerarias, pero un paseo por los alrededores de estas praderas bordeadas por el río Dobra presentan evidencias de, al menos, una veintena de túmulos, algunos de ellos muy bien conservados y aparentemente sin violar. Este conjunto arqueológico, quizá por su especial ubicación, ha suscitado el interés de varios investigadores durante los últimos meses, aunque no existe constancia de que se pretendan realizar nuevas prospecciones. Los diez del catálogo En la vertiente leonesa de Picos de Europa se han catalogado, además, otros ocho megalitos situados en la cabecera del río Esla -Las Castellanas y Valdosín, en la Uña; Llano de Navares, en Acebedo, y Pico Castiello, en Burón-, en el valle de Sajambre -además de Vegabaño se halló uno en Las Linares de Llaveño- y en los márgenes de Valdeón -hay dos túmulos en Dobres, en la confluencia con el valle del Dobra, y otro en Cabaña Remoña, dando paso a la Liébana-. «Desgraciadamente, aún se ha investigado poco acerca de ellos y, en la mayoría de los casos, no se conoce más que el túmulo exterior y alguna laja o bloque de la cámara desmantelada», explica el catedrático de Prehistoria y director del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Pablo Arias, que ha realizado un trabajo de catalogación financiado por la Junta junto a los historiadores Luis Teira Mayolini y Carlos Pérez. El centro de la región cantábrica ha sido tradicionalmente un área marginal en el estudio del megalitismo peninsular. En tal sentido, el grupo de trabajo dirigido por Arias Cabal llama la atención sobre la rentabilidad arqueológica que siguen teniendo en estos sectores centrales de la región cantábrica los trabajos de prospección. «Es urgente acometer nuevas excavaciones que mejoren nuestro conocimiento de los modelos constructivos, las ofrendas, la cronología, el medio ambiente, etcétera». Con esta recomendación, los historiadores pretenden avanzar en los aspectos más relevantes de la organización social, los ritos y las creencias de las poblaciones que erigieron los monumentos megalíticos de León. «Es una civilización de muertos, no de vivos». La inquietante afirmación es de Miguel Ángel Moreno Gallo, historiador, periodista experto en la catalogación de monolitos y autor de diversos libros sobre el patrimonio histórico. Matiza que «es difícil» encontrar información que aporte nuevos datos sobre el modo de vida del hombre que pobló Picos de Europa durante el Neolítico. Esta particularidad sustenta la tesis defendida por Moreno Gallo que apunta la posibilidad de que estos moradores fueran grupos que practicaban la trasterminancia entre las riberas de los ríos y la montaña, dependiendo de la época del año. «No sabemos si vivían junto a las construcciones funerarias, pero es posible que bajaran a Boñar o a los páramos durante el invierno y que subieran el resto del año con su ganado a Picos de Europa», indica el historiador. Por esta razón, es prácticamente imposible encontrar indicios prehistóricos junto a los túmulos. Moreno Gallo, autor de la weg megalitos.es, opina que León tiene que albergar cientos de conjuntos arqueológicos correspondientes a la prehistoria puesto que es uno de los territorios del país menos estudiados en este sentido. Respecto a los hallados y catalogados, el historiador subraya que «no es normal» la acumulación de túmulos en tan poco espacio como los que se han descubierto en Vegabaño. «Los túmulos -explica- son en realidad montones de arena, bajo los que puede haber enterramientos, dólmenes...». Según sus estudios, no constituyen en conjunto una figura geométrica, «sino que más bien se trata del aprovechamiento del relieve para dar mayor visibilidad» al monumento funerario, puesto que casi todas las construcciones se encuentran en collados y zonas de amplia visibilidad, «aprovechando frecuentemente lugares en los que el sustrato rocoso da lugar a áreas relativamente planas», asegura el profesor Pablo Arias Cabal. Los materiales con los que fueron levantados, al parecer, están compuestos por derrubios glaciares de hace unos 8.000 años. Moreno Gallo sostiene que «no es posible» que abunden los dólmenes en Asturias, Cantabria, Zamora, Orense o Lugo y que León no tenga hasta la fecha yacimiento alguno inventariado, salvo en La Uña (Valdosín), «con un extraño menhir», y las tumbas colectivas de Villanueva de Carrizo, Gordaliza del Pino y La Candamia. Según él, la variedad geográfica de León, desde los Picos de Europa hasta Tierra de Campos, permite la ocupación humana en cualquier momento de la Prehistoria. Su información le permite afirmar que La Candamia, donde habría una docena de túmulos, y Dobres, en el entorno de Picos de Europa, son pocos ejemplos del megalitismo en una provincia donde estas manifiestaciones «podrían contarse por cientos». «Es urgente acometer nuevas excavaciones en León que mejoren nuestro conocimiento de los modelos constructivos, las ofrendas y el medio ambiente» PABLO ARIAS CABAL, director del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas LA VIDA Y LA PIEDRA El cambio climático provocó en el Neolítico -Nueva Edad de Piedra, entre los años 7.000 y 4.000 antes de Cristo- una lenta conversión de la economía de subsistencia, basada en la caza, hacia una economía más estable de carácter ganadero y apoyada en los cultivos. El hombre deja las montañas para desplazarse hacia los llanos en busca de caza. El hombre vuelve a las cuevas aunque en algunos casos llegó a utilizar chozas en las cercanías de los ríos, situación que se pudo dar en las riberas leonesas. «Es una civilización de muertos, no de vivos. Es difícil encontrar información sobre el modo de vida del hombre» MIGUEL A. MORENO GALLO Historiador y periodista
Tomado de: http://www.diariodeleon.es/inicio/noticia.jsp?CAT=113&TEXTO=7220059

El Cerro Almodóvar ocultaba un rico yacimiento paleolítico

Un equipo de arqueólogos trabaja en la excavación de Los Berrocales-

Los arqueólogos hallan un depósito de sílex labrado por neandertales
R. FRAGUAS

El cerro Almodóvar, tótem orográfico del sureste madrileño, sigue atesorando sorpresas en su contorno. La última de ellas acaba de aflorar apenas a dos centenares de metros de su base, al otro lado de la carretera que conecta el barrio de Santa Eugenia con Mejorada del Campo. Se trata de un riquísimo yacimiento de utensilios de sílex tallados por aquellos de nuestros antecesores que, hace unos 30.000 años, vivieron sobre estas laderas henchidas de testimonios del paso del hombre por estos predios, hasta hace poco destinados al cultivo, que albergará el futuro Programa de Actuación Urbanística (PAU) de Los Berrocales.
Un grupo de arqueólogos, dirigido por Iván Manzano, bajo la supervisión del catedrático Javier Baena y de Esther Andréu, de la compañía Arqueomedia, con un equipo de hasta 70 operarios de varias nacionalidades, obtuvo el codiciado ajuar procedente de un enorme yacimiento del mineral pétreo allí existente.
De él, no sólo seres humanos del Paleolítico Medio -que tal fue la era en que vivieron los primeros mineros-, sino también los que laboraron estas minas hasta el siglo XIX, extrajeron ingentes cantidades de minerales pétreos o metálicos. Con ellos crearon las lascas primigenias de su paleotecnología o bien obtuvieron los contingentes de óxidos de manganeso que, desde fines del siglo XVIII, suministraron la materia prima a la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro, destruida durante la Guerra de la Independencia.
Todo ello ha convertido a esta zona en una de las más interesantes, mineralmente hablando, del rico subsuelo perimetral del sureste de Madrid. Hoy, la fábrica de la empresa Tolsa, dedicada a la extracción y comercialización de la sepiolita, alza su edificio a dos centenares de metros del yacimiento arqueológico recién descubierto. Es preciso recordar que la Comunidad de Madrid es la principal exportadora del mundo de este material del cual se generan desde excipientes farmacéuticos, a numerosos tipos de áridos para la construcción, camas de gato y hasta espuma de mar.
"La particularidad del nuevo yacimiento paleolítico", explica Iván Manzano, "es que la conservación de los objetos encontrados es realmente extraordinaria, habida cuenta de que no sufrieron los arrastres fluviales de los cursos de agua que surcaron esta zona y que dañaron otros depósitos cercanos". "Lo malo es que, por tratarse de suelos muy ácidos, los restos orgánicos, de animales, plantas o de seres humanos, son casi inexistentes". Empero, para las comprobaciones y dataciones necesarias para la documentación de los hallazgos, se recogieron pólenes que se hallan aún en fase de análisis. La plena fijación de la edad de los vestigios, con el empleo de técnicas de termoluminiscencia para fijar la última radiación solar recibida por aquéllos, puede demorarse entre cuatro y seis meses más de esfuerzo continuado.
El joven arqueólogo muestra en su mano una piedra oscura, cuya contemplación permite ir descubriendo la perfección de sus numerosas facies. Produce una emoción especial saber que su superficie fue sabiamente manipulada mediante un tallaje centrípeto -conocido por los especialistas como técnica Levallois- por seres primitivos, neandertales, aunque lo suficientemente inteligentes como para convertir un informe pedazo de piedra en una versátil herramienta para cocinar, edificar, cazar o guerrear.
"Esta lasca tiene ese color oscuro por contener óxidos de manganeso", explica Manzano, que realiza su tarea por encargo de la Junta de Compensación de Los Berrocales, un futuro Programa de Actuación Urbanística, PAU que se desplegará sobre la enorme área a los pies del cerro Almodóvar. Pese a la importancia de los hallazgos, será difícil establecer aquí un museo, dadas las presiones y necesidades urbanísticas en presencia. "Pero confiamos en que pueda exhibirse lo hallado en una serie de vitrinas que den testimonio de su importancia", explica.
El yacimiento se encuentra en la zona septentrional limítrofe de un gran rectángulo de unas 2.000 hectáreas, dividido en cuatro sectores para la actuación arqueológica previa y preceptiva a toda actuación urbanística en un área de esta naturaleza. En el primero y el segundo sectores se hallaron vestigios de la Edad Moderna y del siglo XIX y en los otros dos, restos humanos y materiales procedentes de la Edad del Bronce -hasta 34 cadáveres-.
Tomado de: http://www.elpais.com/articulo/madrid/Cerro/Almodovar/ocultaba/rico/yacimiento/paleolitico/elpepiespmad/20081013elpmad_13/Tes

OBREROS MUNICIPALES HALLAN URNAS FUNERARIAS DE HACE 1200 AÑOS

Urnas y restos arqueológicos que datan de unos 1.200 años fueron encontrados en el centro de la ciudad de Andalgalá por un grupo de obreros que cavaba zanjones.
El director del Museo Arqueológico de Andalgalá, David Alvarez, confirmó hoy a la prensa que los restos arqueológicos encontrados estaban a una profundidad de unos tres metros y en muy buen estado de conservación.
Los obreros se encontraban realizando el cavado de zanjones sobre la calle Bárcena, para la futura instalación de cloacas, cuando encontraron urnas funerarias que contenían restos humanos y piezas arqueológicos como arcos, flechas y ajuares funerarios.
En la primera evaluación, las piezas arqueológicas, como las urnas funerarias, pertenecen al arte "cerámico" que ocuparon la poblaciones nativas en la zona de Andalgalá, y que data de unos 1.200 años de antigüedad.
Las urnas son del tipo San José, de grandes dimensiones, similares a las que se exhiben en el Museo de Andalgalá, y las tapas de las mismas son muy singulares, aunque a pesar de cierto deterioro que presentan, serán reconstruidas en su totalidad.
Alvarez confirmó que solicitaron a la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca y a la Dirección de Patrimonio Cultural que realicen el análisis de los restos arqueológicos encontrados.
Andalgalá se encuentra en el departamento homónimo a unos 250 kilómetros de la capital, en el oeste provincial.
Tomado de: http://www.terra.com.ar/feeds/notas/740/740147.html