J. V. M.
COLPISA TOLEDO
Excavar, aunque sea unos centímetros, en el casco antiguo de Toledo tiene sus consecuencias, porque casi siempre conlleva la aparición de restos arqueológicos. Testimonios de su historia milenaria que gracias a su orografía y a su particular devenir -la decadencia de esta ciudad a partir del siglo XVII ha sido la mejor garantía de su conservación- surgen de vez en cuando y son acogidos con entusiasmo por arqueólogos e historiadores. El hallazgo de una calzada romana por la que se accedía a Toledo y de un enigmático cementerio judío junto a un instituto son los tesoros más recientes descubiertos.
Las obras del instituto han tenido que paralizarse mientras los arqueólogos investigan el camposanto judío descubierto. Tumbas medievales en torno a las cuales las autoridades culturales de la Junta de Castilla-La Mancha apenas han querido aportar datos. «Hay que tener paciencia. Difundir ahora lo que se ha encontrado sería como descubrir un souflé cuando se está cocinando», ha llegado a decir el delegado provincial de Cultura en Toledo, Jesús Nicolás.
Más explícito es el director general de Patrimonio Cultural de la Junta, Luis Martínez: «Es una necrópolis que está situada en una zona conocida como Cerro del Ahorcado. Toda esa zona ha sido históricamente una necrópolis y por eso hemos encontrado con anterioridad tumbas romanas, judías, cristianas y musulmanas».
En medio de las escasas explicaciones dadas hasta ahora sobre este cementerio judío surgió hace semanas un misterioso rabino israelí que se desplazó hasta Toledo para reunirse con las autoridades culturales de la Junta y el Ayuntamiento con el fin de pedirles que no lo toquen porque en él fueron enterrados «importantes rabinos de Toledo». De este inquietante personaje nada más se ha vuelto a saber.
Tomado de: http://www.eldiariomontanes.es/20081207/sociedad/otras-noticias/subsuelo-toledo-cesa-aportar-20081207.html
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