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sábado, 12 de abril de 2008

En busca del sentido de las piedras azules




"El pasado sólo existe en el presente”, dice Timothy Darvill, arqueólogo británico con cátedra en la Universidad de Bournemouth. Darvill está acostumbrado a interpretar huellas prehistóricas, pero su trabajo actual tiene una relevancia excepcional. Quiere probar una nueva teoría sobre el origen y función de Stonehenge, el complejo de piedras neolíticas que se alza majestuoso sobre la llanura de Salisbury, en el condado de Wiltshire, a 140 kilómetros al oeste de Londres. Con su colega, el profesor Geoff Wainwright, dirige la primera excavación que se autoriza desde 1964 en el más importante templo prehistórico de las Islas británicas.
“Es una oportunidad única, no volverá a presentarse en toda una generación. Las técnicas avanzan y es necesario excavar con absoluto rigor para aprender más sobre el pasado”, explica Darvill frente a la zanja rectangular –de dos por tres metros cuadrados– que comenzaron a cavar junto a las míticas piedras el pasado lunes. Ambos profesores sostienen una curiosa tesis. En el máximo apogeo de Stonehenge, entre 2500 y 1500 . C., creen que el complejo funcionó como una especie de sanatorio, como un templo especial donde acudían los antiguos europeos con la esperanza de curar sus heridas y enfermedades. “La gente venía aquí por las mismas razones que los peregrinos todavía viajan a Lourdes. Creían en las propiedades curativas de las piedras”, defiende Wainwright, mientras separa capas de sedimentos en un rústico colador. A sus 70 años, recién operado de la cadera, se le ve feliz entre las ruinas de Stonehenge. “Nunca creí que conseguiría excavar entre estas piedras”, sonríe.
La investigación se centra en los pedruscos originales, las llamadas piedras azules, que formaron el primer círculo y que volvieron a utilizarse en sucesivas reconstrucciones del complejo. Proceden de un área concreta de Gales, las colinas Preseli, y cada pieza pesa hasta cuatro toneladas, 10 veces menos que los impresionantes conjuntos pedestres, en forma de dintel, que dominan la estructura actual. Aún y todo, hacia el 2500 a. C., 80 piedras azules se transportaron unos 250 kilómetros hasta su nueva ubicación en Wiltshire. Con la materia orgánica recogida ahora en la excavación –huesos, carbón, astas de ciervos, caracolillos y otros restos neolíticos– se intentará datar en el laboratorio la fecha exacta de su llegada a Stonehenge.
“Las piedras azules se aprecian, incluso hoy día, por sus poderes curativos. Existen documentos de monjes medievales que recogen leyendas orales de sus poderosos atributos. También hemos comprobado que se respetó la distribución geológica al colocarlas en Stonehenge. Reprodujeron en este paisaje inglés el microcosmos de Gales, para preservar las cualidades curativas de las piedras”, observa Darvill.
Para Wainwright, Stonehenge fue el lourdes del neolítico. Darvill lo compara con Santiago de Compostela: “Cuando llegaron los restos del santo, se convirtió en un famoso centro de peregrinaje de enfermos. Sólo entonces se extendió la creencia de que Santiago era un importante enclave sagrado. Sucedió lo mismo en Stonehenge con la llegada de las piedras azules”. Ambos arqueólogos están convencidos de que las piedras galesas esconden el secreto del complejo neolítico. Seguirán excavando hasta mañana, pero el foso ya está aportando indicios de la importancia que esos viejos bloques tuvieron en el pasado.
El papel de las piedras azules
Las piedras azules parecen insignificantes frente a las gigantescas piezas de arenisca dura –las llamadas piedras sarsen– del círculo exterior del complejo. Alzados en posiciones singulares o con dos piedras enlazadas por un bloque horizontal, perfectamente encajado, preservan su compleja estructura global, en círculo y en herradura. “Las piedras sarsen son decorativas, adornos adicionales para marcar la importancia y riqueza del enclave. Yo diría que son representaciones de dioses”, añade Darvill, antes de volver a la zanja excavada, en busca de hallazgos.
Darvill y Wainwright marchan a contracorriente con su tesis de que Stonehenge fue un centro de peregrinaje de enfermos y discapacitados del neolítico europeo. Reconocen que hubo enterramientos en su fase inicial –cuando el recinto se delimitó con sus característicos foso y terraplén y se levantaron tótems de madera, hacia el 3000 a.C.–, pero ambos sostienen que la sustitución de la madera por piedras azules convirtió el primitivo templo en el gran sanatorio de la antigüedad. “Era un templo corriente, como muchos otros de la zona, pero adquirió renombre en Europa por los poderes curativos de las piedras”, explica el profesor Darvill.
Las piedras están alineadas en un meticuloso trazado, en armonía con los movimientos del Sol, cuyos efectos son particularmente visibles en los solsticios de verano e invierno. Nada se dejó al azar en la disposición de las piedras, con un eje lineal del noreste al suroeste que permitió a los habitantes del entorno familiarizarse con las distintas estaciones del año. En sus orígenes, por tanto, Stonehenge sería un templo del Sol o un observatorio de sus movimientos, junto a los de la Luna y las estrellas, según coinciden los expertos. Más allá, las explicaciones sobre su función difieren totalmente.
La conclusión de Darvill sí es clara: “Stonehenge no fue un memorial, un espacio para los muertos. Fue un enclave para la población viva”.
El reto de reverdecer su pasado
Cuatro veces al año -coincidiendo con los solsticios y los equinoccios– el recinto de Stonehenge se abre al público, durante los ya tradicionales festivales paganos de los nuevos hippies. En la fecha más popular, el amanecer del 21 de junio, hasta 20.000 personas invaden el conjunto para dar la bienvenida al verano. Es sólo una pequeña concesión del English Heritage, organismo que protege el patrimonio británico, incluida esta magnífica herencia neolítica.
El acceso a Stonehenge se restringió en junio de 1985, tras la famosa Batalla del Beanfield. La policía cargó con dureza contra cientos de personas que viajaban en caravanas de vehículos hacia el complejo, en vísperas del solsticio vernal. En aquellos enfrentamientos se selló el fin de los conciertos gratuitos que se venían montando desde 1972 junto a las piedras. “Se debe permitir a la gente acercarse al monumento, pero es difícil hacerlo cuando recibe más de 800.000 visitantes al año”, admite hoy el profesor Darvill.
Para ser un complejo reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial, visitarlo puede resultar decepcionante. Stonehenge está bordeado por dos carreteras, una nacional, de tráfico intenso, y otra menos transitada, pero con un trazado que cruza el recinto.
El English Heritage quiere construir un nuevo centro permanente de información a unos dos kilómetros de su actual emplazamiento y retornar toda la zona a su verde esplendor de antaño. Su propuesta para reconducir el tráfico por un túnel y crear un desvío adicional ha fracasado, tras 25 años de negociaciones con distintos organismos y el Ministerio de Cultura. El responsable de Stonehenge, Stuart Maughan, admite: “Volvemos al punto cero, a la mesa de dibujo. Hay que mejorar la situación, pero dar con la solución adecuada y económicamente aceptable no es fácil”.

Hallazgo prehistórico en Monay



Enviados especiales - Gabriel Montenegro - Gráficas exclusivas Cléver Perdomo. - Un descubrimiento que ha conmocionado no solo a los expertos en geología de la empresa Cemento Andino, sino a los miembros del Departamento de Geología y Geofísica de la Universidad Central de Venezuela, quienes por cierto realizaban tareas de investigación sobre fenómenos telúricos y conformación de suelos, ha convertido al estado Trujillo y específicamente a la empresa Cemento Andino en centro de todas las miradas, especialmente de científicos en paleontología eruditos en la evolución de la especie humana, al ser hallados en la cantera de explotación de piedra caliza de esa empresa, el fósil de un animal prehistórico, posiblemente el esqueleto petrificado de un Mosasaurus, reptíl acuático que según el Jefe del Departamento de Geología de Cemento Andino, ingeniero Carlos Torres, quien junto al equipo reporteril de Diario El Tiempo recorrió el sitio del hallazgo, es el espécimen al cual más se asemeja, no obstante, estarse esperando la confirmación de los expertos en Geología y paleontología de la ilustre Universidad Central de Venezuela si el fósil pertenece a este tipo de animales extintos del crétáceo. . TRUJILLO POSIBLE RESERVORIO Para nadie es un secreto, que nuestros páramos y montañas andinas ha arrojado durante muchos años vestigios y restos de lo que fue denominado la “Extinción de los Dinosaurios”, período calculado por los científicos entre 60 y 80 millones de años, supuestamente tras el choque de un meteorito de grades dimensiones que chocó con el globo terráqueo y acabó con la flora y fauna de esos tiempos. La ciencia, y especialmente los paleontólogos, geólogos, arqueólogos y científicos dedicados a la investigación sobre el origen de la vida en la tierra, han determinado que los grandes reptiles como el Tiranosauros Réptus, el Ptérodáctilo, el Brontosaurus y un sinnúmero de especies que han creado una especie de histeria, animales tanto acuáticos como terrenales, los cuales poblaron la tierra en el inicio de la evolución de la vida. Luego de observar este fósil, conservado caso perfectamente en su descomposición orgánica del tejido muscular, se aprecia que fue un animal acuático y terrestre que adaptado a ambas condiciones era ovivíparo al igual que otros reptiles de su época. Las características de este animal prehistórico, destacan que medía entre tres a nueve metros, de acuerdo a su estructura. El ingeniero Carlos Torres, adelantó que aunque es necesario con probar si se trata de un Mosasaurus. En nuestra próxima edición, continuaremos ampliando detalles sobre este descubrimiento histórico, el cual catapulta a Trujillo como una posible reserva de fósiles de este tipo, que científicamente determinan el origen de la v ida y la trascendencia de esta noble tierra signada por el misterio y los grandes descubrimientos del mundo.
Tomado de: http://www.diarioeltiempo.com.ve/secciones/secciones.php?num=5604&anon=n2008&codigo=nact&llve=tres

Unas excavaciones en Xàtiva sacan a la luz una calzada ibérica del s. II antes de Cristo


La directora de las excavaciones, Esther Company, ayer.
perales iborra

A. Garzó, XàtivaLas excavaciones arqueológicas en Xàtiva son un pozo sin fondo. Lejos, muy lejos, de donde hasta ahora se habían concentrado los hallazgos íberos (o preibéricos): La Solana del castillo, en la zona de segundas residencias de Bixquert, ha aparecido una calzada del siglo II antes de Cristo. El descubrimiento se ha producido en las prospecciones realizadas en la plaza de Sant Jaume, donde va a construirse un estacionamiento subterráneo. El arqueólogo municipal, Ángel Velasco, confirmó ayer a este diario el hallazgo y aunque supeditó toda información oficial a un estudio más completo y a una valoración más sosegada, "se puede decir ya que estamos ante un camino de época ibérica y, desde luego, ante un hallazgo espectacular", reconoció ayer. La dirección de las excavaciones en Sant Jaume recayó inicialmente en Esther Company. Ahora, la campaña está co dirigida por Reyes Borredà y Edén Alcayde. Según señaló ayer Velasco, de momento, la excavación seguirá bajo el programa inicialmente previsto. Más adelante, añadió, se procederá a una valoración amplia del hallazgo y a desarrollar un completo estudio al respecto.Según Velasco, aunque un hallazgo de estas características -por la antigüedad y por la zona- no era los que se esperaban, descarta que sea "una gran sorpresa" ya que "alguna intuición sí que teníamos". Y es que, según explica, "viene a ratificar lo que se está descubriendo en los últimos años: que la ocupación urbana antigua tendía más a la zona de poniente". Cabe recordar que en la zona del camino La Bola, recientemente, se han encontrado enterramientos islámicos que redefinen y amplían los límites de la antigua Xateba árabe.
http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2008041200_12_432001__Comarcas-Unas-excavaciones-Xtiva-sacan-calzada-iberica-antes-Cristo