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viernes, 28 de marzo de 2008

Unas conchas avalan intercambios entre Extremadura y la costa hace 22.000 años




Son dos conchas marinas descubiertas en una cueva.

Podrían pertenecer a una pulsera de algún habitante de la zona.
El descubrimiento podría reactivar los trabajos arqueológicos



Los investigadores que trabajan en la cueva de Maltravieso, en Cáceres, dirigidos por Antoni Canals, han hallado dos conchas marinas del período gravetiense -hace unos 22.000 años-, que pondrían de manifiesto la existencia de relaciones de intercambio entre los primeros pobladores extremeños y otros nómadas de la costa.



Canals ha precisado que el descubrimiento tuvo lugar en la estancia denominada Sala de las Chimeneas y que las conchas pueden pertenecer "a una pulsera de alguno de los pintores que hace 22.000 años efectuaron las famosas manos de Maltravieso".
En este sentido, ha indicado que fueron traídas "expresamente", porque son marinas y, por lo tanto, no proceden del Calerizo. El hallazgo sitúa a la cueva de Maltravieso como "una referencia en Extremadura y España a la hora de analizar restos del Paleolítico Superior".
El paleontólogo cree que este descubrimiento podrá incentivar la continuación de los trabajos arqueológicos, que habían sido restringidos hace dos años por una decisión de la Junta de Extremadura. "Estos objetos son la punta de un iceberg enorme", concluye Canals.










Hallan adornos de los hombres que pintaron las manos rupestres en Maltravieso
Las excavaciones sacan a la luz dos conchas marinas usadas como pulseras o collares hace 22.000 años, cuando se hicieron las pinturas Las piezas proceden del Océano Atlántico, posiblemente de Portugal

Dos conchas marinas -una de ellas de apenas un centímetro- reunieron ayer a media decena de periodistas y varios fotógrafos y cámaras de televisión. Antes de ser presentadas, las piezas reposaban en dos pequeñas cajas, acolchadas entre espuma. Además, estaban protegidas por la tapadera y por una bolsa con agujeros de aire, de esos que tanto gusta explotar a todos los niños y algunos adultos.


La dos conchas en cuestión tienen nombres: Littorina obtusata y Patella vulgata. E incluso dueños. Todo apunta, según los expertos, a que pertenecieron a los hombres con las manos más famosas de Cáceres, esto es, los autores de las pinturas rupestres de la cueva de Maltravieso. Desde el año 2001, cada Semana Santa excavan allí unos cuantos jóvenes, al mando de un experimentado profesor. Es el equipo de investigación Primeros Pobladores de Extremadura, dirigido por el paleontólogo Antoni Canals. Es costumbre que al final de cada campaña, presenten los hallazgos. Y eso ocurrió ayer.


«Una primicia»


En una mesa colocada unos pasos antes de la entrada a la cavidad compareció Canals, sin la habitual compañía de alguien de la Junta de Extremadura, principal sustento económico del proyecto Primeros Pobladores. Y sobre esa mesa improvisada reposaban las dos conchas, que a decir del director de las excavaciones, constituyen «una primicia arqueológica en Extremadura y en general». Fueron halladas durante las excavaciones de abril del año 2006, en la sala de las chimeneas, que es la que está más al fondo de la cueva, la única en la que un español medio podría estar de pie.


Su carácter excepcional radica en que son los primeros restos culturales del Paleolítico superior (hace entre 35.000 y 10.000 años) que salen a la luz en la comunidad autónoma. Gracias a ellas, «se puede decir que el Paleolítico superior en Extremadura tiene entidad propia», en palabras de Antoni Canals. Según dijo ayer, la littorina obtusata y la patella vulgata «son sólo la punta de un iceberg enorme».


Los expertos no tienen ninguna duda de que se trata de dos conchas marinas, y si no se han dado a conocer antes es porque desde que se encontraron han sido sometidos a distintos estudios para averiguar más detalles sobre ellas. Lo primero que se hizo fue limpiarlas, y a partir de ahí, han pasado por manos especializadas en varias disciplinas relacionadas con la arqueología, entre ellas la malacología (parte de la zoología que trata de los moluscos), imprescindible cuando lo que hay que analizar son conchas.


Fruto de esas investigaciones se sabe con casi toda certeza que proceden del Océano Atlántico, probablemente de algún lugar de la costa portuguesa. Y están datadas en la época del Paleolítico superior, en el periodo gravetiense, es decir, hace 22.000 años, el tiempo en el que fueron pintadas las conocidas manos que adornan la portada de cualquier publicación sobre Maltravieso. La coincidencia en el tiempo entre las conchas y las manos no significa que los mismos hombres que realizaron las pinturas rupestres fueran los dueños de esas dos conchas. Ese nivel de precisión es imposible, pero los estudios hechos sí permiten concluir que se trataba de contemporáneos, de hombres de la misma época.


Esas dos conchas marinas eran utilizadas como adornos, ya fuera colgantes, pulseras o similares. Se sabe, entre otros motivos, por los agujeros que tienen. No son naturales, producto de la degradación de la materia por el paso del tiempo o de una caída accidental, sino producto de la fricción, o sea, del roce continuo con el objeto que atravesara ese agujero. ¿Y cómo es posible que hayan llegado desde el Atlántico hasta el Calerizo cacereño? La respuesta está en el comercio y los viajes que ya realizaban los hombres en esa época. Ya fuera por intercambio o como meros recuerdos, los hombres y mujeres del gravetiense gustaban de darle a objetos como esas conchas marinas una utilidad decorativa.


Según el dossier elaborado para la ocasión por el equipo Primeros Pobladores, «la comparación de las conchas de Maltravieso con las de otros yacimientos arqueológicos permite establecer paralelismos con yacimientos como el cántabro de La Garma, Lagar Velho (Portugal) o la cueva de Gargas (en los pirineos franceses), tres importantes yacimientos arqueológicos en arte rupestre y cultura material de Paleolítico superior».


Por qué son importantes


Según los investigadores, estos restos de cultura material, no pictóricos, son los primeros que del Paleolítico superior se encuentran en Extremadura, de ahí su importancia en un triple contexto. Por un lado, el del Calerizo y el oeste peninsular; por otro, las relaciones con la costa atlántica portuguesa; y en tercer lugar, con los yacimientos extrapeninsulares del ámbito franco-cantábrico, territorio cultural de primer orden durante todo el Paleolítico superior.


En opinión de Antoni Canals, no es el hallazgo más importante en la historia de las excavaciones en Maltravieso, pero sí es «diferente a los demás -dijo-, porque nos permite acercarnos a los hombres que pintaron las manos».


Además de presentar el hallazgo, el paleontólogo habló sobre los trabajos que concluyeron hace sólo unos días. En esta séptima campaña, el equipo de Primeros Pobladores se ha centrado en la 'sala de los huesos', descubierta por ellos hace seis años mientras limpiaban la cueva. La mayor parte del tiempo lo han dedicado a adecuar y reorganizar las distintas secciones de la zona de excavación, que mide unos veinte metros cuadrados. En el capítulo de los hallazgos, destacan los restos de cérvidos, caballos, bóvidos y jabalíes de hace unos 130.000 años. Vídeo Más imágenes en www.hoy.es










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