Los caminos son subterráneos. A simple vista solo se puede ver vegetación y una ligera señal de un declive en el lugar. Pero los yumbos, una antigua población subtropical del noroccidente, los conocían al detalle. Es que ellos los diseñaron, los crearon y se abrieron paso entre la vegetación.
Por allí iban periódicamente cargados de unas canastas, que estaban llenas de víveres u objetos valiosos para la época. El tesoro que contenían no era metálico, sino lo que en ese tiempo se consideraba valioso: concha Spondylus, obsidiana, ají, coca, sal…
Sin embargo, hace más de 300 años dejaron de utilizarlos. A pesar de todo el trabajo, un día los abandonaron. Entonces, hasta allí llegó la vida de comerciantes que les permitía llevar artículos de la Costa a la Sierra y viceversa. La naturaleza tomó la decisión de alejarlos del lugar y le ayudó el volcán Pichincha. Este erupcionó y depositó cerca de 30 cm de ceniza en el área.
Entonces, los yumbos emigraron y su obra quedó allí. Las crónicas de la época recogieron estos acontecimientos y no dejaron que se convirtieran en leyenda.
Estos caminos, conocidos como culuncos, persisten hasta hoy. Es fácil andar por ellos, pues el tiempo ha respetado su antigüedad y la vejez solo les ha llegado a medias. Tan solo en algunos tramos existen interrupciones por deslaves. De la misma manera, se han perdido ciertas redes porque en el sitio se construyeron haciendas u otras edificaciones que les quitaron algunos brazos a estos trayectos veteranos.
Hólger Jara es arqueólogo. Su vida está lejos de las áreas donde no hay nada que encontrar. Él ama lo que hace porque le gustan los lugares en donde los días rinden más. Él se ensucia las manos y camina por chaquiñanes, montañas o lo que se le ponga enfrente. Y, por supuesto, ha transitado por los culuncos y ha descubierto algunos.
Talvez uno de ellos es por donde huyeron, custodiados por Rumiñahui, los más de 40 familiares de Atahualpa cuando llegaron los españoles.
Un recorrido turístico
En Tulipe, está ubicado el centro ceremonial de los yumbos. Allí existen piscinas recubiertas con piedra que servían para ritos de purificación. Dos de ellas tienen forma rectangular, otras dos son semicírculos y existe una más de varios lados.
Si acude a este lugar podrá visitar el museo de Tulipe, conocer las cascadas del lugar, disfrutar de la vegetación y también recorrer los antiguos caminos de los yumbos, una población que vivió desde el 600 d.C hasta los 1 600 d.C.
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