Las operaciones se desarrollaron en una zona cercana a Sardiñeiro. Varios buzos bajaron hasta los restos de uno de los 25 navíos. Poco queda de los barcos, pero en el pecio de Sardiñeiro estaba localizada, hacía tiempo, una rueda de uno de los cañones del barco conservada en buenas condiciones.
Hacia las cuatro de la tarde esa rueda llegaba al puerto de Fisterra arrastrada por una lancha y con las correspondientes protecciones para evitar su deterioro en el traslado.
Los submarinistas no lo tuvieron fácil para poder sacar a tierra la pieza del navío. Un delfín, Gaspar, que lleva ya unos días nadando por la zona, decidió jugar con los buceadores, dificultando su trabajo.
Pese a la insistencia del animal, el equipo del arqueólogo logró finalmente hacer su trabajo. La rueda de cañón se encontraba en buen estado de conservación y fue embalada en el puerto en un conservador de plástico y almacenada a la espera de ser llevada a los almacenes del Museo do Mar de Vigo, donde será catalogada y, probablemente, restaurada.
No fue la única pieza recuperada. El equipo de submarinistas regresó poco después a Sardiñeiro y allí localizó e izó una segunda rueda de cañón. Llegaron a tierra con ella hacia las siete de la tarde. La pieza estaba en peor estado de conservación que la primera.
La flota perdida de Martín Padilla a finales del siglos XVI frente a Fisterra configura uno de los tesoros submarinos más importantes del panorama español. En Galicia tan solo los restos de Rande, en Vigo, se pueden comparar en magnitud y valor histórico. La mayor parte de los barcos se hundieron en un área entre Fisterra y Carnota, algunos conservan restos en buen estado.
Tomado de: http://www.lavozdegalicia.es/carballo/2008/11/25/0003_7342704.htm
Solo dos de los barcos de la flota de Martín Padilla han sido explorados
Otros cuatro o cinco buques están ya localizados y podría quedar una veintena cuya ubicación se desconoce
Autor:
E. E.
Cuatro siglos y doce años después, una parte de la flota de Martín Padilla llegó, por fin, a puerto. No a Irlanda, para luchar contra los ingleses, como estaba previsto cuando Felipe II la hizo zarpar en octubre de 1596 desde Lisboa y Sevilla, sino a Fisterra. Ni arribó por sus propios medios ni llegaron los centenares urcas y galeones que la componían, tan solo dos viejas ruedas de cañón rescatadas por un equipo de submarinistas e izadas a puerto con todo cuidado.
Los dos elementos fueron recuperados por la empresa Archeonauta, del arqueólogo subacuático Miguel San Claudio, en colaboración con especialistas de Buceo Finisterre, como parte de un plan de catalogación y recuperación del patrimonio submarino encargado y financiado por la Dirección Xeral de Patrimonio.
Cerca de Sardiñeiro
Los dos elementos fueron recuperados del fondo del mar, de los restos de un pecio localizado años atrás frente a las costas de Sardiñeiro.
Aunque la misión de los submarinistas es, ante todo, catalogar y documentar pecios, también retiran de los fondos marinos aquellas piezas que sean sensibles de ser expoliadas o, como en este caso, de sufrir un mayor deterioro, enviándolas después al Museo do Mar de Vigo, el único centro de Galicia especializado en la recuperación de restos arqueológicos submarinos.
La recuperación de las dos ruedas fue un trabajo que llevó a los submarinistas buena parte del día. Cuenta el arqueólogo Miguel Sanclaudio que una vez identificados los objetos, se suban a flota mediante un globo hidrostático, una especia de flotador que se hincha en el fondo del mar cuando la pieza está convenientemente estibada.
Con ese sistema, las dos ruedas de cañón fueron sacadas a flote y remolcadas con una lancha hasta el puerto de Fisterra, donde fueron izadas a tierra mediante una grúa y depositadas en sendos contenedores con agua de mar para ser llevadas así hasta el Museo do Mar de Vigo.
Los barcos de Martín Padilla constituyen una de las flotas hundidas más interesantes del patrimonio arqueológico submarino de Galicia. Se sabe que la componían cientos de barcos y que entre 20 y 25 naves se fueron a pique durante un temporal.
Hasta el momento, han sido hallados, explica Sanclaudio, cerca de media docena, pero tan solo dos han sido explorados. Los trabajos de localización del resto de los pecios continuarán y es posible que se recuperen más elementos si aparecen nuevos restos en otros lugares de la costa.
Tomado de: http://www.lavozdegalicia.es/carballo/2008/11/26/0003_7346243.htm
Unas prospecciones iniciadas en 1987 por el profesor Martín Bueno
La existencia de la flota de Martín Padilla se conocía porque de ella quedaba documentación escrita. Sin embargo, no fue, oficialmente, hasta 1987 cuando se localizó el primer pecio.
Lo hizo un equipo de arqueólogos de la Universidad de Zaragoza dirigido por el profesor Manuel Martín Bueno. El arqueólogo habría localizado el San Jerónimo, uno de los buques más importantes de la flota. El material recuperado en aquellas prospecciones se encuentra conservados, y parcialmente expuesto al público en el Museo Naval de Ferrol y en el Castillo de San Antón, en A Coruña.
La investigación de Martín Bueno duró unos meses, después no se volvió a bajar hasta el pecio para recuperar más elementos, al menos no legalmente. Hasta el lunes pasado no se habían vuelto a recuperar objetos procedentes de la armada de Martín Padilla.
Cuenta Miguel Sanclaudio que, para localizar los pecios, más allá de contar con las tecnologías adecuadas hacen falta otros sistemas: «Contamos con la ayuda inestimable de pescadores y buceadores de Fisterra que nos han facilitado muchas localizaciones, en Fisterra nos han ayudado desde el alcalde hasta el último marinero, muchos están sensibilizados y saben que esos pecios tienen un interés histórico», relata Sanclaudio. Su equipo tiene localizados en la zona entre 15 y 20 pecios anteriores al siglo XX. Pero siguen buscando más porque tienen constancia de que en esa costa puede haber entre 60 y 90 de la misma época.
Tomado de: http://www.lavozdegalicia.es/carballo/2008/11/26/0003_7346244.htm
Frente a la Costa da Morte se perdieron más de 20 barcos de una flota de más de 175 que no llegó a su destino
Restos de la flota de Martín Padilla encontrados esta semana esperan su restauración en Vigo
Autor:
Eduardo Eiroa
Miguel Sanclaudio ha descendido al fondo del mar para recuperar piezas que corrían el riesgo de perderse
La flota de Martín Padilla pasó en los libros de historia a un discreto segundo plano. Seguramente porque no fue la primera, sino la segunda. La segunda Armada Invencible.
En 1588 fue derrotada la primera. Pero Felipe II no dio su brazo a torcer y en 1596, después de padecer las costas españolas decenas de saqueos de barcos británicos, el monarca dio la orden de partir a la segunda gran flota, mayor tal vez que la primera. Galeones, urcas y un buen número de embarcaciones menores partieron de distintos puertos con el mismo destino.
Desde Cádiz, desde Sevilla y desde Lisboa -entonces Portugal formaba parte del imperio- vieron salir la flota. Iban a unirse, en las costas gallegas, a la escuadra de Martín Padilla, que partió de Ferrol a su encuentro.
Frente a Fisterra los sorprendió un temporal el 28 de octubre de 1596. Poco pudieron hacer. De unos 100 barcos que allí se encontraban, en el recuento final solo 75 aparecieron. Los que resistieron acabaron llegando a distintos puertos, dispersos, desde Vigo hasta Vizcaya. De los desaparecidos, se sabe que unos 20 se fueron a pique contra las rocas en un área que va de Carnota a Fisterra.
Las cuentas de víctimas las envió por carta el adelantado del rey el 14 de diciembre. Fue el mayor desastre naval del que se tenga constancia en la Costa da Morte: 1.706 personas desaparecieron bajo las olas, entre ellos varios capitanes, caballeros irlandeses y bretones y varios oficiales.
San Jerónimo, Esperanza, Santiago, San Felipe, Galizabra de Portugal, Capitán de Ivella, Morión, Angel de Jacumbelum, Sansón el Chico. Son algunos de los nombres de los buques que no volvieron a tocar puerto.
En Fisterra, la mayor parte de las víctimas cayeron en la Punta do Saldo, también conocida como Punta do Diñeiro.
La causa de ese nombre la explica el arqueólogo subacuático Miguel Sanclaudio: a esa zona llegaban, cuando el mar removía los restos, monedas y otros objetos de los pecios.
Sanclaudio, propietario de la empresa Archeonauta, trabaja para la Dirección Xeral de Patrimonio en la catalogación y recuperación del patrimonio subacuático gallego.
Esta semana volvió a descender -apoyado por la empresa de Fisterra Buceo Finisterre- al fondo del mar para rescatar de los restos de aquella armada algunas piezas que de otro modo corrían el riesgo de perderse. El lunes subían a puerto, en Fisterra, dos viejas ruedas de uno de los cañones de un navío.
Martín Bueno
San Claudio no fue el primero en llegar a los restos de la segunda Invencible. En 1987 lo hizo el catedrático de arqueología de Zaragoza Manuel Martín Bueno, que hizo excavaciones en uno de los barcos, supuestamente en el San Jerónimo. Se dice que fue él el descubridor de la flota perdida, aunque no se sabe cuántos submarinistas pasaron antes por allí y, sobre todo, cómo estaban los pecios antes de que pasaran.
Martín Bueno hizo las primeras excavaciones y rescató un gran número de piezas que acabaron repartidos entre el Castillo de San Antón, en A Coruña, y el Museo Naval de Ferrol, de la Armada. Con aquellos trabajos llegó a realizarse una exposición en el Concello de A Coruña, en 1996, con motivo del cuarto centenario de aquel desastre. Pero tras esa fecha, la flota de Martín Padilla volvió a hundirse en el olvido. Visitada solo por los peces, esta semana comenzó a regresar, en pequeños fragmentos, a puerto. Sus restos van ahora a otro museo, el Museo do Mar de Vigo, donde esperan a conocer su destino.
Tomado de: http://www.lavozdegalicia.es/carballo/2008/11/30/0003_7357040.htm
La comarca cuenta con un patrimonio del mismo nivel que el hallado en Rande
Además del entorno de la ría de Corcubión, los bajos de Baldaio son también una zona rica en pecios
Autor:
E. E.
Autor de la imagen: JOSÉ PARDO Y CÉSAR QUIÁN?
Autor de la imagen: JOSÉ PARDO Y CÉSAR QUIÁN?
El patrimonio arqueológico subacuático de Galicia, explica Sanclaudio, es muy rico.
La mayor parte de esa riqueza se concentra en los denominados puertos históricos, lugares en los que durante siglos se ha detectado un tráfico constante de mercancías. Ejemplos de ello son los puertos de Ribadeo, Baiona, Pontevedra, Muros, Noia o A Coruña. Pero entre las zonas más ricas de Galicia, destacan sobre todo Rande, la zona de la Costa da Morte comprendida entre Camariñas y Muros y los bajos de Baldaio y una línea que va de Malpica a A Coruña.
Sanclaudio explica que, en los meses que lleva trabajando para la Xunta han detectado entre 60 y 90 pecios de valor histórico, todos ellos anteriores al siglo XX. En la Costa da Morte pueden haber localizado entre 15 y 20. De Martín Padilla se tiene localizada una media docena, solo dos han sido excavados y falta 15 más por localizar, si es que algún día aparecen.
Cuenta Sanclaudio que no es fácil porque la mayor parte de los restos antiguos se hallan cubiertos de arena, y la arena se mueve: «A veces descubres un área que hacía dos meses estaba completamente cubierta», dice.
Pero pese a las dificultades, el patrimonio localizable abunda. «¿Cuántos museos quieres llenar?», pregunta San Claudio. En los fondos de la Costa da Morte no es difícil encontrar piezas de bronce, plomo y cobre y elementos de vajilla. Abundan las de peltre, una aleación de plomo, zinc y estaño que empleaban aquellos oficiales que no podían permitirse otra de plata o de oro. La marinería se conformaba con barro o madera.
Tampoco es extraño dar con lingotes de plomo -y no de oro- con interesantes marcas de fundición.
Lógicamente, cuanto más antiguo es el pecio más difícil es encontrar restos de su estructura. Los del siglo XIX sí son navíos reconocibles, pero retrocediendo en el tiempo, la cosa cambia. De la flota de Martín Padilla, explica Sanclaudio, no hay restos de las estructuras de los galeones, pero sí importantes cantidades de madera revuelta. Las piezas metálicas se conservan mejor.
Gran variedad
Además de la flota de Martín Padilla, Sanclaudio destaca otros conjuntos en Galicia. Así, cerca de las Cíes se hundió en el siglo IX una escuadra musulmana. En Ribadeo hay cuatro buques del XVIII y en Rande media docena de galeones hundidos durante un ataque inglés. «En Galicia hay de todas las nacionalidades y de todo tipo, todos los países de Europa tienen un trozo de historia aquí», dice el arqueólogo. A diferencia de la arqueología en tierra, bajo el mar es más fácil encontrar restos de valor, para empezar porque casi siempre se debe a accidentes y porque tras ellos es muy difícil que nadie pueda recuperarlos.
Fragilidad
El problema de los restos submarinos es, muchas veces, su fragilidad. Una pieza que lleva cuatro siglos en el agua, se ha adaptado a ese medio y no puede ser extraída y secada sin más sin riesgo de deteriorarla aún más.
Por ejemplo, las ruedas de cañón sacadas esta semana fueron mantenidas en agua salada y en ausencia de luz, tal y como estaban en el fondo.
Las piezas son enviadas después al Museo do Mar de Vigo, único centro especializado en recuperación de ese tipo de elementos de Galicia. Allí son tratadas con complejos procesos. Las maderas se desalan y se impregnan de resinas, los metales se limpian con electrolisis o, en determinados casos, con tratamientos a elevadas temperaturas. La restauración es cara y lenta.
Cuando termina es cuando hay que decidir si esos objetos se van a un lugar o a otro o si simplemente se almacenan a la espera de que algún día se expongan.
¿QUIEN VIGILA AL QUE VIGILA?
ResponderEliminarDeberíamos vigilarnos todos. O Patrimonio é de todos...
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