Oviedo, E. G. Un esqueleto casi entero. Data muy probablemente del siglo X y acaba de aparecer en una de las tumbas que los arqueólogos han encontrado días atrás en uno de los extremos del solar donde hace semanas salieron a la luz los restos de la fuente prerrománica, en el casco antiguo de Oviedo. La tumba, junto con al menos otras tres, se ha descubierto durante las obras de excavación de la ampliación del Museo de Bellas Artes y abre nuevas perspectivas de estudio en una zona bajo la que se asienta el germen mismo de la ciudad. Los arqueólogos mantienen un prudente silencio al respecto y la Consejería de Cultura del Principado de Asturias deniega el permiso para fotografiar los nuevos restos; en todo caso, ese «ovetense» de hace once siglos va a aportar, tras los oportunos estudios de laboratorio, no tanto datos históricos como individuales. Sabremos quizá de qué murió o qué edad tenía al fallecer, o si era hombre o mujer, pero difícilmente aportará respuestas a las mil conjeturas que se abren sobre aquel Oviedo recién nacido para la Historia. Entre el famoso testero del ábside central de la iglesia de San Tirso, el único elemento prerrománico que se conserva del templo y la esquina de la calle La Rúa hay aproximadamente unos 70 metros. Bajo esa sucesión de solares no es de extrañar que se escondan claves arqueológicas. Las tumbas aparecidas, encajadas en la roca, tienen evidente relación con la iglesia de San Tirso, que data del siglo IX y formaba parte de un conjunto de palacios e iglesias -poder civil, poder religioso- erigido por Alfonso II el Casto, rey de Asturias. Alfonso es hijo de Fruela, que a mediados del siglo VIII manda construir el primitivo templo embrión de lo que es hoy es la catedral ovetense. La fuente prerrománica recién descubierta tiene, a falta aún de datación concreta, unos orígenes que podríamos situar entre finales del siglo VIII y principios del siglo X. La fuente, no tan grande como la de Foncalada, pero tampoco pequeña a tenor de lo encontrado, nos dice muchas cosas, entre ellas que quizá el Oviedo de esa época fuera una urbe mayor de lo hasta ahora supuesto. Una fuente pública implica población a su alrededor, y se construye no por espiritualidad como las iglesias o por consolidación del poder, como los palacios, sino simplemente porque hace falta. La fuente está relativamente cerca de las tumbas. Los restos óseos que aparecieron se encuentran en uno de los extremos del solar en obras, prácticamente bajo el muro que ejerce de separación de dicho solar con el de la casa donde abre el establecimiento comercial Fluorescencia Onís, en la plaza de la catedral. Una circunstancia que da un plus de dificultad a los trabajos. Son tumbas altomedievales, de eso parece no haber duda. El siglo X es el siglo de Alfonso III y más tarde de su hijo Fruela II, ya convertido en rey de León. y de Ordoño II, Alfonso IV, Ramiro II y Ordoño III, entre otros monarcas. Las tumbas en el solar del futuro Bellas Artes ampliado pertenecían a hombres y/o mujeres que ya conocieron un Oviedo con la fuente de Foncalada, con Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo o San Julián de los Prados. Una ciudad que ya era objetivo y punto de paso de incipientes peregrinaciones hacia Compostela y que comenzó ese siglo décimo como capital del reino, título que apenas le iba a durar unos años más. La Historia y la leyenda nos dicen que el promotor de las peregrinaciones fue el rey Alfonso II. Es en el siglo IX cuando nace el camino primitivo, desde Oviedo a Santiago por el interior, ruta que tuvo evidente trascendencia al menos hasta el XIII. Las peregrinaciones consolidaron la ciudad, a la sombra de un templo catedral que no paró de crecer en cientos de años. Entre las tumbas ahora descubiertas y la iglesia de San Tirso hay apenas unas decenas de metros. Es fácil suponer que iglesia y enterramientos estén unidas en el tiempo y en el espacio, y que a poco que se excave aparecerían más tumbas en las inmediaciones. Salvo una de ellas, el grado de conservación de los restos aparecidos es muy deficiente y, en todo caso, parcial. No estamos ante un descubrimiento arqueológico de primer nivel, pero tampoco ante una anécdota. No han aparecido restos de ajuar funerario, salvo una pieza -quizá una concha- junto a uno de los cuerpos, cuyo significado está pendiente de estudio (sería fácil identificarla a primera vista con las peregrinaciones, pero la cosa no es tan simple). ¿Qué hacer con las tumbas? Es una pregunta que deberán responder los arqueólogos. Cuando se presentó en sociedad la fuente prerrománica alguien apuntó la posibilidad de mantenerla a la vista pública a través de un suelo de cristal en las dependencias del futuro Museo de Bellas Artes. El destino de las tumbas parece mucho menos claro. Lo más probable es que acaben tapadas tras los pertinentes estudios; eso sí, sin los huesos de sus moradores. Él o la «ovetense» del siglo X va camino de comenzar una nueva «vida».
Tomado de: http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008082900_46_670418__Sociedad-y-Cultura-ovetense-siglo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario