Ya van trece campañas. /DAVID APREA
Otro trabajo a largo plazo. /UGARTE
Un hacha 'bifaz', el último descubrimiento. /EFE
La excavación de este verano en Anoeta. /MIKEL FRAILE
Las ocho campañas veraniegas desarrolladas en Gipuzkoa, esta vez con destacados descubrimientos, dan paso a otras excavaciones arqueológicas programadas a largo plazo
05.10.08 -
MIKEL G. GURPEGUI
SAN SEBASTIÁN.
En Gipuzkoa, los arqueólogos no paran. Aunque la transición del trabajo voluntario al profesional no esté resultando sencilla, los distintos equipos que trabajan en el ámbito de la arqueología desarrollan una intensa labor. Acaban de cerrar las campañas de verano y ya se dedican a excavaciones encargadas para más amplios períodos, quizás en lugares tan delicados como la cueva de Praileaitz.
Acostumbrados a los largos plazos y a cronologías que cuentan los años por miles, los arqueólogos no tienen la percepción de que la antugüedad esté más de actualidad que de costumbre. Aunque un repaso a la hemeroteca de los últimos meses arroje muchas primera páginas para el mundo del pasado. Por ejemplo, las idas y venidas con la protección de la cueva de Praileaitz I, la declaración de Ekain y Altxerri como Patrimonio Mundial, la inauguración de la réplica Ekainberri y el hallazgo en las minas de Arditurri del tejido más antiguo de Euskadi.
Trece veranos
Sin inmutarse, los grupos de arqueólogos continúan con su trabajo pausado y sin salirse en muchos casos de la estacionalidad. Aunque en otoño, invierno y primavera se mantengan los trabajos contratados por las instituciones y las intervenciones arqueológicas de urgencia motivadas por obras, en verano se aprovecha para realizar nuevas campañas en yacimientos en los que se trabaja desde hace años.
Por ejemplo, la pionera Sociedad de Ciencias Aranzadi acaba de cerrar las campañas de excavaciones número 13 en la cueva de Lezetxiki (Arrasate) y el poblado fortificado de Basagain (Anoeta). Por décima vez han estado en el yacimiento paleolítico de Irikaitz (Zestoa), por séptimo verano en Boluntxo (Oiartzun) y por tercero en el poblado fortificado de Munoaundi, entre Azpeitia y Azkoitia.
El buen tiempo y la disponibilidad de voluntarios hacen que se siga manteniendo la práctica de las campañas veraniegas, si bien Manu Ceberio, director del Departamento de Arqueología Prehistórica de Aranzadi, apunta que «en los últimos años se ha avanzado hacia una profesionalización, con equipos profesionales contratados por las instituciones en Santa María la Real de Zarautz o Praileaitz I. Y en verano, cuando trabajamos con voluntarios, cada vez cuesta más conseguir estudiantes y tenemos que recurrir a gente de fuera del País Vasco».
También José Antonio Mujika, profesor de Prehistoria en la UPV que este verano ha dirigido campañas en la sierra de Aralar, Artegieta (Idiazabal) y la cueva de Aizkoltxo (Mendaro), detecta que «cada año hay menos voluntarios. Igual ha cambiado el espíritu y los jóvenes de ahora son más prácticos y les cuesta más trabajar en una actividad no remunerada».
La edad oscura
La empresa Arkeolan de Irun no organiza campañas veraniegas de excavaciones sino que incluye distintas intervenciones a lo largo del año dentro de su proyecto marco titulado La edad oscura de Vasconia, que aborda la transición del mundo romano al medieval.
El descubrimiento en las minas de Arditurri de dos fragmentos de tela de época romana, los más antiguos hallados en Euskadi, ha sido el acontecimiento de este verano para Arkeolan. Su directora, Mertxe Urteaga, mantiene que «en Gipuzkoa la arqueología histórica apenas se había tocado. E, incluso en la prehistórica, estaban centrados en el Paleolítico y hasta hace poco faltaban investigaciones de otros períodos».
Los arqueólogos siguen completando piezas del inabarcable puzzle de nuestro pasado. E incluso del período más estudiado, y más antiguo, el Paleolítico, continúan apareciendo novedades. Este agosto, los técnicos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han descubierto un hacha de mano bifaz tallada en vulcanita en el yacimiento de Irikaitz en Zestoa, que destaca porque sus materiales se encuentran en lo que los arqueólogos denominan «posición primaria», es decir, tal y como los dejaron los hombres en su momento.
Otro hallazgo del Paleolítico, también en una campaña de Aranzadi dirigida este verano por Alvaro Arrizabalaga, ha sido el esqueleto de un oso cavernario de unos 150.000 años de antigüedad en la cueva de Lezetxiki, en Arrasate.
Poblados fortificados
En el marco de un proyecto general de investigación sobre el final de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro en Gipuzkoa desarrollado por Xabier Peñalver y Sonia San José, de Aranzadi, en la época vacacional se han desarrollado excavaciones arqueológicas en los poblados fortificados de Basagain (Anoeta) y Munoaundi (Azkoitia-Azpeitia), así como en Boluntxo (Oiartzun), en entorno de los crómlech.
Según explica Manu Ceberio, «en Boluntxo intentamos descubrir el habitat al aire libre donde vivían las personas que construían los crómlechs». De momento, están dando resultados más espectaculares las excavaciones en los poblados fortificados de la Edad de Hierro. En Basagain ha aparecido, como informábamos esta misma semana, una singular lápida con rayas en sentido horizontal y vertical. En Munoaundi, en la trasera de la basílica de Loiola, se ha localizado la entrada al recinto amurallado.
Vacas en Aralar
El estudio del pasado puede modificar la imagen que tenemos de las cosas. Por ejemplo, las prospecciones arqueológicas que en los últimos diez años está desarrollando el Departamento de Prehistoria de la UPV en colaboración con Alfredo Moraza en la sierra de Aralar está descubriendo, según nos cuenta José Antonio Mujika, «una imagen distinta de Aralar. El ganado más abundante en los siglos VII y VIII no era el ovino, sino el vacuno. Y hemos encontrado un abundante arbolado donde ahora sólo hay pasto». Este verano, han excavado allí una pequeña cabaña datada en la época romana.
Mujika y su equipo de la Universidad del País Vasco también han excavado en la mendaroarra cueva de Aizkoltxo y en Artegieta (Idiazabal), en un asentamiento de hace 8.000 años donde vivirían temporalmente los últimos cazadores recolectores. «Es el primer asentamiento de estas características en Gipuzkoa», afirma Mujika.
Las excavaciones de verano son posibles gracias al empeño de los equipos de arqueólogos, a las subvenciones, de la Diputación fundamentalmente o de los Ayuntamientos en algunos casos, y al apoyo logístico de los municipios y particulares, que en algunos casos ceden alojamientos e incluso cocinan para los investigadores.
El resto del año, los equipos aprovechan para realizar prospecciones y trabajos puntuales, además de los encargos profesionales que reciben, bien las intervenciones arqueológicas de urgencia motivadas por obras, bien las actuaciones programadas por encargo de las instituciones.
En este campo entraría la nueva campaña en Praileaitz I, una intervención encomendada por la Diputación que está dando que hablar más en relación con la cantera de Sasiola que en el ámbito estrictamente arqueológico. O el estudio del rico yacimiento zarauztarra de Santa María la Real, donde Nerea Sarasola y Alex Ibáñez, del Departamento de Arqueología Histórica de Aranzadi, siguen estudiando sus distintos niveles de ocupación, que abarcan desde la Edad de Hierro hasta la Edad Media. mgurpegui
Tomado de: http://www.diariovasco.com/20081005/cultura/piezas-para-puzzle-interminable-20081005.html
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